“Cuando crecí y lo busqué me dijeron que estaba muerto. Es algo difícil crecer sabiendo que la cosa de donde podemos agarrarnos para enraizar está muerta.” Juan Rulfo
Para Daicar, que motivó este texto y para el tío Hermes y todos aquellos que leen con el corazón

Mi papá no está conmigo, no porque combatió en Africa, ni porque anda lejos en algún contingente de pedraplenes, ni recorre la selva con la guerrilla o defiende una de esas causas justas.

Lea además: La mano que me falta en el hombro, una segunda versión de este texto y Mi Padre en http://elblogdelfindelmundo.wordpress.com/2010/05/04/mi-padre/.

Cuando nací no lo vi por ninguna parte. Alguien, sin embargo, vino a cumplir el papel y hacer lo que pudo, pero no fue igual, crecí creyendo ser su hijo. Como aquel día, en la escuela que no coincidían Perdomo con González, pero qué carajo sabía yo de apellidos, ni lazos de sangre, ni ADN, ni carné de identidad, ni esa mierda;

Lo cierto es que cuando preguntaron el nombre de los padres, yo estaba aferrado a que sí, que ese era mi papá, aún en medio de la lógica y las risas de mis compañeritos de aula.

Este incidente y otros, me hacían rumiar. Yo andaría por la adolescencia y en mi mente no atinaba al acierto, a veces me decían “el postizo”, algunos familiares o vecinos sarcásticos, aunque confieso que nunca hubo diferencias en el trato ni mejores atenciones para con mi hermano, que siempre fue González.

Aun así yo cavilaba en mis adentros, me cuestionaba cosas y descubría otras, hasta que un día, después de un silencio sepulcral, de la censura a ultranzas, me dijeron… “tu papá…”, puedo recordar mi monólogo interior: “coño, pero ¿mi papá no es éste?”, y así comenzaron las promesas, que si vamos a conocerlo, que si vas a su casa, ¡que si existe!, que si esto o lo otro, incluso mi otro papá me sentó a la mesa y conversó conmigo, propuso cambiar mi apellido y yo asentí, al menos en ese momento.

Cuando mencionaban “tu papá”, yo decía fehaciente que “no, ese no es mi padre”, corría por el pasillo y me escondía en un rincón oscuro, con pena y angustia, en aquella casa grande donde vivía preso de la incertidumbre; hasta que un buen día, estando en el trabajo de Mami , llegó Cabote, un amigo de la familia, y me dijo: “Vamos a conocer a tu papá”, confieso que me agradó la idea, pero no dejó de parecerme chocante, tendría yo nueve años y vestía, en ese instante, el uniforme escolar.

Caminé hasta el hospital donde estaría mi padre y mi abuelo, también desconocido. Luego de cruzar el umbral de aquella clínica llegué a una sala donde estaría él. Me acerqué y le di la mano, en medio de los diálogos de rigor necesarios entre Cabote e incluso yo, que solo miraba su figura: un guajiro macho de siete pies, con ropa de campo, botas sucias con tierra enfangada y esa piel escondida dentro de una camisa sudada por el rigor del trabajo.

Algo de mirada acogedora y sus rasgos tan iguales a los míos: nariz y quijada prominentes, ausencia de bigote y ojos negros vivos y alegres, entre tanto mi mano pequeña se dejaba apretar por aquella que dejaba entrever un atisbo de amor filial.

Este detenerme en la imagen de mi padre fue crucial, aquella montaña de carne que se alzaba, como el soberbio edificio de la creación, frente a mi, prepotente.

A mi abuelo sí le di un beso, estaba padeciendo una crisis de asma y apenas hablaba, luego lo conocería  más a fondo y me hablaría de espíritus, de Sócrates y Platón, de no hacerle daño a nadie, de historia y de la vida en general. Este día sellamos un pacto mi Padre y yo, el me acogería, como yo, en su corazón.

Así, empezó a ir Dulce, su esposa, a la casa grande, yo me vestía, tomaba una jabita con alguna ropa y me iba a ese mundo de potreros y caballos, a ese clima de amor paternal que siempre quise; allí me pondría espuelas en mis botas, sombrero y me llamarían, por primera vez “Luisito”, en honor al Luis mayor y viceversa. Él me pasearía por el barrio, como su trofeo recién conquistado.

A veces me daba un lápiz y decía: “escribe ahí tu nombre”, luego celebraba mi letra; o me montaba a las ancas de su caballo y me enseñaba el batey o sus siembras de entonces, le decía a sus amigos “este es mi hijo”, y escuchaba frases que se repetían “caramba Neno, lo cagaste”;  mientras hacía de entrevistado encima del corcel;

Cualquier anécdota es insignificante para el que lee, pero no para mi: hubo un día en que me enseñó a pelar naranjas: “¡así no muchacho, por el otro lado!” o el nudo “de ternero”, el único que me sé hasta la fecha y que me sirve para liar cualquier cosa amarrable: éramos uno solo.

Aun así lo extraño, no vive conmigo mi papá, no está conmigo. Guardo dentro de mi imágenes que, por el paso del tiempo, la geografía o el machismo milenario, no me dejan ser el niño que todavía soy cuando estoy con y sin él, me veo: jugando de manos, hablando mucho de cualquier tema, aprendiendo a enamorar según su “librito” discutiendo efusivamente en un juego de pelota y sobre todo diciéndole mucho que lo quiero.

A veces creo que se lo demuestro con detalles, con botellas de ron, con visitas el Día de los Padres, pero sé que no vale, tengo que decirlo, dejar mi orgullo bobo y mis racionalizaciones baratas; a veces creo que se me va a morir y no va a oírlo nunca, y voy a estar a su lado arrepentido, como un tonto, como el niño tonto que soy cuando estoy con o sin él.

¡Qué va!, no puedo. Debo despojarme de no ser niño otra vez, hace tiempo que debí decirlo, yo nunca le guardé rencor, siempre lo amé, y lo necesité, ¡coño, lo necesité! Solo me contento con escribirlo aunque por dentro haya una voz potente que me exija ir corriendo a decirle a mi padre que lo quiero.

Escrito en Agosto de 2001

15 thoughts on “Voy a decirle a mi Padre que lo quiero”
  1. Que bonita la crónica sobre tu papá, a veces las madres cometemos errores que al final lo pagan los hijos

    1. Luis Enrique,

      Tus renglones en este articulo tan intimo me llenan de profunda satifaccion. El honrar a tu padre te honra a ti mismo. Me da una gran alegria el que hayas escrito y plasmado en tu blog.

      No tengo adjetivos ni elogios suficientes para describir pensamientos ni sentimientos frente a estas cuartillas las cuales estan llenas de ternura y amor por ese ser tan especial que es tu padre biologico. Es un orgullo el leerte y gracias por llamarnos a la relfexion con el mismo.

      Sigue escribiendo pues lo haces muy bien amigo mio. Gracias mil por este tributo a tu papa.

      Tu amigo, Ramon Bello

  2. Esta vez sí que te pasaste Luis Enrique. Es una de las cosas más hermosas que he leido. Estoy llorando, lo confieso, y es que me recordaste lo importante que es valorar a nuestros seres queridos ahora que los tenemos vivos. Sé muy bien como se siente perder a quien amas y darte cuenta que nunca se lo has dicho…o talvez fue lo último que le dije? No necesitas volver a la niñez para expresar cuánto AMAS a tus padres…así que hazlo…
    Imagino que fue esto lo que estuviste haciendo ayer mientras hablábamos, pues valió la pena esperar y compartir tu atención.
    Llegaste hasta el fondo de mi corazón “Luisito”…

  3. Hola Luis
    Me alegra que lo hagas, yo aunque tuve tiempo para prepararme y hacerlo, no lo hice.

    Un abrazo

  4. El tio Hermes, que se cree el mejor padre del mundo, se conmueve con esta cronica desgarrada. Dicen que el periodista debe distanciarse del articulo, de las palabras, de la tinta y del papel, para ser solo oficio. Pero esto no es un simple articulo de pagina y palabra, no lo es… Esta escrito sobre la piel desnuda de muchos y las palabras no pueden mas que esbozar lo mas profundo del sentir. Es pues, una cronica de piel y entrana, como debe ser…

  5. Hoy entre nuevamente para darle lectura a tus cronicas, tocayo ,siempre y con mucho amor y sentido logico de los sentimientos mas puros del ser humano.
    -llegaras muy lejos con este estilo de contar las cosas que te tocan de muy cerca, eres realmente un gigante de la palabra escrita.
    -Aprovecho para decirte que por aca esta uno que tiene el privilegio de conocerte bien, pues compartio contigo y esta en la foto en ese equipo de Sofboll de la prensa.Juan Hernandez,fue el director del equipo a ese evento nacional.

  6. Es en extremo valiente revelar públicamente un sentimiento tan íntimo. Espero hayas conseguido el valor que buscabas para decirle que “lo quieres”.

    Gracias por este artículo, es realmente bello, sensible y humano. Son este tipo de lecturas las que ayudan a buscar lo mejor en nosotros mismos.

  7. Perfectamente entiendo que cada anécdota, insignificante para el resto, sea trascendente para ti. Lo mismo me pasa. Hay cosas pequeñas que nos hacer ver universos enteros detrás, pero sólo para nuestros ojos. Un tremendo post compadre.

  8. HAS ESCRITO ALGO MUY BELLO QUE SALE DE ESE CORAZON TAN GRANDE QUE TIENES DE LOS PERDOMO , ESTE MUNDO ES MUY GRANDE .PERO A LA VEZ MUY PEQUEÑO POR CASUALIDADES DE LA VIDA Y MI INSISTIR EN BUSCAR GENTE DE VERTIENTES .HOY HE PODIDO ENCONTRARTE Y DECIRTE QUE SIEMPRE TU PADRE TE HA QUERIDO Y DESDE MUY PEQUEÑO LO QUE NO SE QUE PUDO HABER PASADO EN LAS DISTANCIAS , ALO MEJOR NOS PASO LO MISMO QUE A NOSOTROS DOS TU ERAS MUY PEQUEÑO , YO ME HIZE MAYORCITA LUEGO VINO EL MATRIMONIO Y DEMAS, Y MAS NUNCA TE PUDE VER ,PERO TE DIGO ALGO TU CARITA ERA INCONFUNDIBLE A LA DE TIO NENITO .YA TE HAS DADO CUENTA QUE SOMOS PRIMOS PERO EL HECHO DE TENER ORDENADOR Y CONECCION EN CASA ME HACE TENER LAS PERSONAS MAS CERCA DE MI , Y CUANDO TE ENCONTRE Y EMPEZE A VER FOTOS SUPE QUE ERAS EL HIJO DE VERNARDINA SIN MAL NO RECUERDO CON MI TIO NENITO. Y TE DOY GRACIAS POR VERLO EN FOTO YA QUE MANANTIALES DEBE DE SEGUIR SIENDO UN SITIO FATALMENTE INCUMUNICADO .PERO DONDE PASAMOS NUESTRAS VACACIONES DE INFANCIA .
    ES PRECIOSO TU ESCRITO .ESPERO , SIGAS SIENDO EL BUEN CHICO QUE SIEMPRE FUISTE DE NIÑO ESCRIBEME YO TE RESPONDERÉ Y TE DIGO MAS SOY LA HIJA DEL DIFUNTO LALO EL NOMBRE FAMILEAR PERO ES LEONARDO COMO NUESTRO ABUELO PATERNO. UN BESO DE MI PARTE.TU PRIMA.

    1. Poco a poco. Cuando suceda digale que me escriba y me cuente. Yo gustoso de que quiera relatarme su experiencia. Gracias.

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