Por Rafael Leyva Ricardo
Anoche tuve un sueño, en el me veía calzando mi mejor par de zapatos además de vestir una camisa prestada de mi Papá.
Así de extraño como suele suceder en las fantasías subconscientes, donde no respetan orden lógico o edición, me encontré de improviso en un hormiguero donde nadie me interpelaba. A pesar de esto sentían todas las miradas sobre mis hombros, ¡tamaño peso! Algunas: tiernas y arrulladoras; otras: tempestivas absorciones.
Y en el centro perceptivo de aquel engendro, un pequeño trono sobriamente tocado con toda suerte de papelería, desde cuartillas marca “Ok”, hasta pelotitas de papel que, al parecer, habían errado el cesto o el estilo. Sentado sobre el podio una hermosísima rubia, de ojos claros y cuerpo a Marilyn Monroe.
Por supuesto que intenté acercarme a ella y aunque sí lo pensé dos veces, noté cierta agitación en mi voz:
– Buenos días, yo soy Rafael Leyva, estudiante de Comuni…..
– Encantada, Práctica Laboral, -cortó tajante.
– “Es una broma”, -pensé-, pero como a una mujer así se le dejan pasar ciertas cosas…
– Compañera, -dije tímidamente, yo solo quiero conocerla. Ansiaba hacerlo desde Mecanografía.
– Si quieres hacerlo define como género la reseña, a ver, ¿qué es Nuevo Periodismo?, dime algo de Cultura de Masas.
– Espera, espera, vamos despacio, yo solo quiero acercarme a ti y con las mejores intenciones, -le expliqué-
– Me caes bien, vaya, y te voy a dar una oportunidad televisiva: ¿Cómo encuadras un P/G pasando a un zoom in sin olvidar un till down ?
– Oye, oye…
– No, mi vida, mira, tu voz suena encajonada, televisas… hay peores pero temo que al final quieras ponerme barras y no irte en fade.
– Dame una oportunidad –imploré- mira que yo te voy a querer bien.
– ¿Y qué se te ocurre si yo ahora mismo te llevo a una PC ? –observó intrigante.
– Te mando mis besos por email, mi vida, -le dije valiente-
– Está bien, pero cómo puedo confiar en ti, si tus discos traen virus, además esta técnica es de punta.
– Eso se nota…
Y cuando la cosa iba tomando buen camino, y ya casi la tenía, apareció una señora rolliza con 4 brazos y voz de tenor. Sobre un anacrónico gorro de enfermera que colgaba de su testa pendía un solapín con tres letras: TLC (asignatura Teoría y Lenguajes de la Comunicación)…
– ¿Qué has hecho con mi niña Práctica? –articuló-
En ese momento falló la electricidad, y la rubia, la gorda y el hormiguero se desvanecieron trastocándose en un rostro bien conocido, el de mi Madre:
– Vamos muchacho, que llegas tarde al trabajo.
– Prácticas, Mami. Prácticas, -le contesté mientras me desperezaba entre olores de café y panes tostados.
Conociendote, esa rubia puede tener variosssss rostros…y tu cual hubieses querido ver???
Welcome back baby
Ese sueño Rafa-Luis Enrique me trae de vuelta a los días finiseculares de universitario, al caluroso Santiago, a la polvorienta clase de mecanografía, a Guash impartiendo TLC, a Isel y sus guiños culturosos y subrayándote a cada instante que la TV es la mejor de todas, a Fonseca diciéndonos con sabiduría que tenemos que ser como él, a las colas de las 6 y tanto en el comedor, también al atestado y reducido laboratorio de computación del tercer piso de la Facu, -¡se acuerdan del caballo alado nombrado gabasus o gabazus!-, los discos de tres y media, al agua con azúcar por la noche y al lleva y trae entre los grupos de aquella generación (creo que nos amamos tanto) que por entonces nos formábamos como periodistas bajo el seudónimo de Comunicación Social, por cierto, nunca no convencimos de tal mote. Por suerte estamos aquí, algunos muy lejos y otros, aunque en la patria, muy cerca-distante unidos por la Internet, está afría comunicación alivia morriñas, nos acerca y más cuando suenan palabras con tanta alma Rafa. Un abrazo.