Junto al desvencijado Jefferson de la suerte, algún que otro poema, foto, oración, estampa, comprobante y resguardo, coexisten en mi billetera un sinnúmero de papelillos, signos del amor al prójimo.
Mi Madre es la campeona de estos mensajes que deja colgados en cualquier parte: “Niño, fui a la tienda”, “Niño, calienta el almuerzo”, “Niño, dale comida al perro” o “revisa las goteras por si llueve”.
En mis ratos de ocio resulta común volver a estas pequeñas epístolas de la cotidianeidad. Lo mismo rememoras el cariño de tu hermano ante un viaje inminente, la valoración de un estudiante al cierre de la clase, un chismecito de última hora o aquella confesión amorosa que jamás sospechaste.
Aquí te dejo con un inventario personal. De paso te invito, a partir de ahora, a coleccionar y compartir esos mensajes diminutos que forman parte de tu catálogo de recuerdos.
Estoy convencido, ¡y sin exagerar!, que la amistad, el amor y la energía positiva también llegan o viajan, sutilmente, en notas adhesivas, recados escritos y mensajitos pegados al refrigerador.
JAJAJA, eres muy ocurrente amigo, revelo aquí que eres de los que compartes PAPELITOS con algunas opiniones en reuniones como Fulano está dormido y cosas así , pero no quiero buscar en mi memoria comparte algunos, un beso.
AH , se me olvidaba hay a quien este gusto o manía de escribir mensajitos cortos y hasta bien largos le ha costado grandes problemas , al no enviarlos y dejarlos abandonados por descuido , ojo con eso . Luego te cuento jajajaja
Muy bonitos esa cronica sobre los papelitos y recaditos que te envian
Me gusta eso de los recaditos.
Se de algunos que losllevan en la piel.