Este domingo hay siembra de caña. Me dice Froilán, el locutor de Radio y TV, que nos vamos a las cinco de la madrugada, en un jeep con altoparlante.

Iremos por el batey y algunos extrañarán la caravana, la algarabía y las banderas. Los comprendo pues, de un tiempo para acá, ese entusiasmo “multitudinario” solo se conserva en imágenes de archivo.

En medio de entrevistas y encuadres, de apuntes y primeros planos, recordaré la rastra intrusa que hace poco se llevó –ojalá que prestado- un tacho del central, el bien llamado “coloso” Panamá, paralizado por falta de materia prima.

Mi Madre estará en misa. Yo, al pie del surco junto a los colegas y convocados. Es probable que deje el cuaderno y el micrófono un buen rato. Alguien voceará por mí. A Dios rogando y con el mazo dando…

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