El más reciente fue un fin de semana bien beisbolero. El viernes se me hicieron tres ampollas entrenando en el ba tin tin y el domingo tuvimos doble juego en la Copa de Softbol de Trabajadores donde hice de right field y receptor.
Antes de esa jornada tuve un tope bilateral en la computadora. Mi rival fue mi amigo Leandro Pérez Pérez quien ganó dos de los cuatro desafíos. En el último encuentro, cuando el Boston lo vapuleaba, entró de relevo su hija Claudia (4 añitos) que hizo par de suines al aire y desistió de aquel pasatiempo.
“¡Quiero jugar cuquitas!”, me reclamó Luli y ahí mismo se jodió el tiempo e máquina.
Fue un weekend diferente, hacía tiempo -desde el Hardball 6 cuando jugaba con los Orioles de Baltimore- que no me sentaba delante de una PC a divertirme de esa manera.
En el terreno de softbol apenas impulsé una carrera con un fly de sacrificio, pero creo que me porté bien en el home, al menos ayudé en lo que pude.
Oreidis Pimentel, compañero de equipo que también lleva las estadísticas, me dijo en la parada de la veinticuatro que estaba bateando para ¿“doscientos y pico”? de promedio.
La nota discordante la dio el padre Grau, sacerdote que durante mucho tiempo fue párroco de Vertientes. Sucedió en la avenida de la Caridad, yo venía del entrenamiento del viernes con el propio Leo. A mi espalda un bate y un guante. Saludé al cura que me dijo muy sonriente y asombrado:
Tú, ¿peloteeeeero?
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jajajajaa que lindo jajajajaj mira como dio un batazo y todo , gracias kIke por esta delciiosa historia, y bueno ya estas de narradior jajaja