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* Escrito por Leonel del Val Sordo

La noticia me llegó a través de las redes sociales, como casi siempre sucede con las cosas de la “tierra” para los que estamos, geográficamente, lejos de los amigos.

La muerte de Jorgito “El Figurín” Luaces me sorprendió con el trago a la mitad uno de estos días en los que el asueto llama a la nostalgia y esta al pretexto de “tocarse” con algo de licor, como él hacía y como hacemos muchos que todavía tenemos juntos cuerpo y alma.

Aquí, en la distancia, me pregunto ¿Qué será del rikimbili con el que tantas veces surcó las calles de la capital agramontina, dejando trás de sí los saludos más joviales y campechanos? ¿Y de la voz que fluía por las frecuencias perfectas para darle vida a cubanísimos géneros musicales?

Coño, compadre, si la última vez que nos vimos estabas entero, tan entero como el son al que le dedicaste tus mejores años, más de veinte, para que no dejara de ser El Son Entero. Y sonará como redundancia pero fue así.

Con mi viaje, y ahora con el tuyo, nos quedaron pendientes varias tertulias sobre la pelota y hasta volver a los juegos que realizábamos en el estadio Cándido González en los duros años 90, en los que teníamos fe en que todo mejoraría algún día…

Mi hermano, nos volveremos a encontrar, porque te quedas en la Casa de la Trova Camagüeyana, lugar al que pronto volveré para brindar por tu recuerdo.

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