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Para Gretel, testimoniante

Dice mi novia que mientras duermo hablo de la zafra azucarera, del central Panamá y que, entre ronquido y ronquido, hago varias entrevistas. Debe ser porque, aun recogido, llevo mucho periodismo dentro.

En Cuba despertaba bien temprano para reportar en dos emisoras de radio y luego de aquel contacto –que siempre procuraba fuese en vivo- me iba a la calle a luchar la noticia para mi televisora comunitaria. (Cualquiera que lee dirá ¡cuán productivo el muchacho!)

Pero así eran mis días, con golpes de tecla, cuartillas, pronósticos y titulares. La gente me “ayudaba”, lo mismo me decían “oye, periodista, la leche no ha llegado” que me increpaban por los baches en las calles, el desempeño del equipo de béisbol local, la playa cerrada o la gestión de algún político de turno. Los niños me decían cariñosamente “¡Tele Vertientes, Tele Vertientes!”

Este lunes, en Quito, después de dormir y soñar con bateyes y cañaverales, de compensar mis energías periodísticas poniendo algún tuit o polemizar un poco en Feisbuk, tuve mi primera oportunidad de reportar algo que en los telediarios del mundo se riega muy bien: un accidente del tránsito.

“Maleficio”, un ambia del vecindario, fue mi fuente periodística: “ven, pa que veas un choque con pila de muertos”. No le creí, pero la curiosidad hizo que fuese corriendo y móvil en mano empezara a hacer mis primeros planos. No sabía en aquel momento si aquello sería publicable pero seguí grabando, mientras los prójimos, cubanos y ecuatorianos, me aportaban datos del evento.

Armé un poco de imágenes, fotografías y redacté una nota en plan “complejo titular, lead y cuerpo”. Allí  en la cocina, devenida redacción, eché mano al Sony Vega, la misma aplicación que utilicé en VertientesTV para edición de videos y colgué en mi canal de Youtube un material de 1.56 minutos. Ella dormía a pierna suelta.

Al otro día, con Google Maps y el teléfono de ayudantes, traté de “vender” mi propuesta: a Telesucesos no le importaba un accidente del tránsito, el teléfono de RTU Radio-TV era entonces de una Universidad y en Univisa, Teleandina, Ecuavisa y Tele Amazonas no contestó nadie a esa hora de la mañana. Los del diario El Comercio, sin yo enviarles nada, me respondieron “Gracias por tu reporte. Un gran saludo Luis Enrique”.

Hasta que di con GamaTV. Me respondió cortésmente un caballero que me conectó con otra oficina y esta a su vez con el jefe de información. “¿Esta nota tiene algún costo?”, preguntó asustadizo el directivo y yo con tal de que no envejeciera evité regatear, a fin de cuentas no era una exclusiva.

A la una de la tarde del martes comenzó el telediario de GamaTV por el canal dos. El señor Andrade me había confirmado que se publicaría luego de contrastar con otras fuentes de información, entre ellas el 911. Y así fue. Dos bellas presentadoras anunciaron mi reporte: “estas imágenes fueron proporcionadas por Kike Perdomo, morador de la calle Cesar Villacres y Mariscal Sucre…..” Junto conmigo, Eliza, y Roberto que daba saltos de alegría y llamaba al Yanki para ver “aquella joya del periodismo ciudadano”.

Me sentí primeañero, eufórico, como aquella vez que vi mi primera línea de autor en el periódico o publiqué en la radio y la televisión los primeros reportajes, algo que en mis últimos días en Cuba era mi pan de cada día.

La noche siguiente Gretel durmió mejor. No escuchó referencias oníricas de ingenios azucareros ni charlas geopolíticas de sonámbulo. Yo me sentí útil y me alisté para empezar el día, nostálgico por el reportero que fui. Para un mesero emigrante en la mitad del mundo el periodismo pareciera cosa inalcanzable. Aunque nadie sabe.

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