
* Publicado originalmente en Cubanos Gurú
Todas las mañanas, y al caer la tarde, se ven por una cámara diminuta del teléfono celular. El está a punto de tomar el bus y ella todavía se contonea en su cama. Así pasan los días.
Quedaron en conversar largo, en rezar el rosario, pero la prisa, las diferencias de horario y de rutina lo han impedido. Es algo que sigue en pie, como despedirse y darse las buenas noches todos los días de este mundo.
Una vez hizo picadillo a distancia: ella le explicó mientras él hacía todo; primero las especias, luego sofreír, luego mezclar, toda una secuencia de pasos que respetó fielmente.
No supo qué pasó después, cuando su novia tuvo una indigestión. Si bien era un “picadillo por IMO” tenía todos los ingredientes que un guisado tradicional, preparado en cualquier hogar cubano.
En otros tiempos, cuando tenía dudas, llamaba por teléfono a Daicar o a un amigo experto culinario y le explicaban la receta o la forma de prepararla. Ahora busca la aplicación y se conecta con su Madre.
Por IMO le ha cantado felicidades, le ha copiado o dictado nombres de medicamentos, transferencias de Western Union, han reído y llorado por la muerte de un familiar o se pasan información a modo de voz, fotos o texto.
A veces no se puede, cuando él se embelesa con las bailarinas del Happy Hour o ella ante el culebrón de las 8:00 pm.
Ya va para tres años que no se ven, al menos físicamente, y los dos se conforman con hacerlo aunque sea unos minutos. Se conforman, pero no se resignan.
Parece una paradoja, La Habana está a 90 millas de Miami pero ella, por las bondades de la tecnología, prefiere que su hijo esté en Ecuador, para verle un momento por ese frío display.
Si estuviese en Vertientes, Camagüey tendrían que apelar a los timbres, los sms y los correos electrónicos. Entonces es mejor verle que leerle, aunque geográficamente esté más lejos.
Una vez le insinuó que se regresaba a Cuba y ella se puso triste, porque al menos ahora lo veía, casi que lo “tocaba” a través de la pantalla, pues lo tenía “a tiro”.
El día de su santo, alguien le dijo vía chat: “Nene, qué bueno que puedes ver a Berna en su cumple, me alegro mucho” y él contestó:
“Sí, por IMO. Tremenda mierda.”
Entonces ella le refutó: “Anjá, yo no puedo ver a Lucía, aunque siempre la llevo conmigo.”
– Espero ver a mi Vieja algún día face to face.
– La verás Nene, la verás.