OLYMPUS DIGITAL CAMERAEse mar penetrando el malecón es la imagen más sensual: la ola que viene sobre la roca ¿la acaricia o la golpea?, ambas, mi tía, ambas. La Habana me saca de quicio, me entra a chorros por los sentidos y me arrastra, me da hambre de hembra y ganas de cagarme en el matrimonio y en la situación internacional (…) 

Dijo Guillén que los camagüeyanos se dividen en dos clases: los que han ido a La Habana y los que quieren ir, yo soy de las dos. La Habana es nuestro París, al menos debe templarse tanto como allá.

Tuve dos mujeres en el malecón… sus pechos al alcance de mi mano y sus carnes temblando de deseo; pero no era yo, era el mar. Lucía iba conmigo por primera vez, estábamos en un evento estudiantil, nos fuimos a tomar una botella junto al mar, a tomarnos el mar, y no le hice nada; ni La Habana pudo con mi timidez, yo estaba todavía pensando en Annielsis y su lejanía. Luego en Camagüey siempre me recrimina, ¿y aquella noche en el Malecón por qué no me besaste? (…)

La Habana te invita: hagamos el amor y no la guerra, o, al menos, hagamos la guerra del amor.

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* Fragmento del relato publicado en la antología “La huella infidente y algún sobresalto” (Editorial Ácana), del escritor Osvaldo Gallardo González (Vertientes, 1975)

Vea además: Escritores de Vertientes, Camagüey I: Cabanes&Nordelo (+audio)
Escritores de Vertientes, Camagüey II: Eduardo Godo Valera (+audio)
Escritores de Vertientes, Camagüey III: Alisa Fernández&Roberto Brígido (+audio)

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