
Hace tiempo estaba por ir a Santiago de Cuba. Pero siento que se me hizo tarde. Las imágenes dantescas que dejó el huracán Sandy no dan lugar al esparcimiento. Al menos como turista no podrá ser.
En mi mente estaba ir a ver los amigos, conocer a mi sobrina Sofía, pasearme por Aguilera o Enramada y admirarme con las voces que me llaman, efusivas, como si estuviese en Vertientes, Camagüey: “¡Luis Enriqueeeee!…”.
Al bajarme en la terminal nacional, seguro me esperaría una moto de diez pesos o una camioneta de ¿a uno? (Si vas por la avenida de las Américas ves la Plaza Antonio Maceo, el teatro Heredia, el estadio de Béisbol, la sede Mella y el Meliá Santiago; si enrumbas la central entonces Calle 4, el Moncada, Coppelia..)
En Plaza de Marte ¿estarán los cuatro fanáticos del béisbol echando pestes de Industriales, el manicero, la morena que te mira raro o te pregunta la hora, los boteros, el rastafari, el lector y los revendedores de periódicos? ¿Qué estarán haciendo en este minuto los personajes que pueblan el Santiago de hoy y de ayer?
Hoy día no podré irme con aquella “siemprenovia” a la Isabelica o al sub-way a escuchar una canción de Blanca Rosa Gil, ni bailar con la Familia Varela Miranda o entrar al Rialto, a Tropicana o la Casa de la Trova, relajado, como si nada estuviese ocurriendo. No puede ser.
No es justo que me siente con Eric y Harold a dar cuero en medio de unos rones, a gritar con un fildeo de Reutilio cuando los santiagueros todos, los de afuera y los de adentro, están llorando a sus muertos y recuperándose de los estragos que dejó Sandy.
En la ciudad héroe estuve seis años de mi vida, estudiando y trabajando más tarde. Son muchas, muchísimas las vivencias y los recuerdos que me acompañan.
Pero, caramba, ¡se me hizo tarde para el paseo! Ahora mismo tengo unas ganas enormes de pedir prestada una laptop y una cámara fotográfica, de reunir el poco dinero que tengo e irme con ellos, a trabajar de día…y de noche escribir cuando-cuanto pueda.
Pero yo no soy free-lance. No me gobierno. No puedo ser ese obrero-corresponsal que ahora quiero. Ganas no me faltan, pero me corresponde acompañarlos desde la distancia, confiar en que Cachita asista a Santiago de Cuba, como lo ha hecho siempre.
Sé que hay linieros de Vertientes ayudando. Ayer mismo partió otro grupo desde aquí. Sé que un grupo de colegas del Camagüey, periodistas, fotoreporteros, salieron hacia allá. Una parte de mi va con ellos, una parte de mi está ahora mismo en ese lugar al que le cantó Federico:
“Siempre dije que yo iría a Santiago
en un coche de agua negra.
Iré a Santiago.
Brisa y alcohol en las ruedas,
iré a Santiago.
Mi coral en la tiniebla,
iré a Santiago.”
es lamentable lo que ha pasado en Santiago , y luis a mi tambien se me hizo trade para ir a Santiago, asi que me anoto poara ir contigo. un beso
Y yo, desde mi vejez inhóspita, me conformo con saber que muchas manos se tienden para hacer lo que ya, a mi, me está vedado hacer… un abrazo, mi niño!
Sí, allá en el Chago, como decimos muchos amigos a esa ciudad donde estudié 5 años, hay muchos camagueyanos y de otras provincias ayudando. Yo mismo me ofrecí y me ofrezco para hacerlo. Usted quizá no pueda por su “vejez inhóspita” pero con su buena anergía y su apoyo espiritual puede mucho, tanto como cualquier trabajador. Un abrazo!
Gracias, mi niño, si te cuento que no sabia que aparecian los comentarios en mi blog! (Mi monitor es demasiado pequeño!) Un beso grande, me alegras el dia con tus palabras!