Así es, Bartolomé Maximiliano, no quieres enredarte con la Pelona. No quieres que te lleve, y te untas las manos de ron y lo hueles como un perfume de Francia porque ya no puedes beberlo. Pero no habrá remisiones. Tienes tu cita concertada y cumplirás. El Enviado pudiera ser este viejo exhausto que conduce un carromato tirado por caballos bermejos y con amabilidad te dice: “Es la hora, Maximiliano; cumple con lo pactado y ríndete mansamente a tu destino. Ven conmigo, ¡vamos!” (Lisandro Otero| México)