Por Maydolis Garcés Remón

Valorar, en puridad, cualquier fenómeno literario (dígase corriente o movimiento, promoción, estilo de un autor y alcance de una obra determinada) requiere un prudente distanciamiento temporal, pues es muy difícil acceder a todo lo que se publica en el país, máxime por las modestas tiradas de las editoriales territoriales, donde se editan, en mayor o menor grado, obras con innegables condiciones estéticas, así como otras que rozan el campo de lo trillado e insustancial.

En tal sentido, muchas veces sólo logramos una valoración apriorística de la literatura cubana actual. Sin embargo, hay libros en los que va acuñado el talento, “y hecho páginas y letras” donde las grandes astucias advierten unidad en lo diverso, en la riqueza temática que da cuerpo a una idea integral, traslucida en sentimiento, complejidad del hombre, mar, o isla, como la propuesta que ponemos hoy a su consideración.

Los elementos connotativos, las dobles referencias, el juego entre lo cercano o familiar y lo subjetivo, le imprimen a Cuerpo de isla sordomuda valores que, por auténticos muchas veces, poco escudriñados otras, garantizan sus aportes y su cuota de universalidad.

Diez apartados resumen una poética exenta de facilismos, controvertida y elegante, que configura un verso fino y, aunque no escapa a las nuevas maneras de hacer, penetrable. Palpitan aquí varias islas que siguen siendo una sola, sus propios conflictos, sus absurdos, el agua que la baña, que coquetea con ella pero no la redime. La sugerencia entonces, la invitación a la búsqueda, al diálogo, suponen la simpatía con el sujeto lírico y la incorporación o no de la visión que nos da de su mundo. Por otra parte, los elementos formales coadyuvan al atinado tratamiento ideotemático, la diversidad de las formas de la lírica buscan consignar el molde más adecuado a cada texto poético. Así, el soneto, la décima en su pluralidad de formas, el epigrama, el verso libre, revisten y vivifican un “cuerpo de isla sordomuda”.

Más allá del verso

Casi tácito en las valoraciones de la poesía cubana resalta un tratamiento, aparentemente antitético, aplicable a los tiempos que corren y, por supuesto, los versos que llegan y quedan: es la referencia a lo que aún huyendo, permanece, y pudiera estar, perfectamente, vinculado al agotamiento de los ejemplares en las librerías, o la inminente llegada de otros, o al simple hecho de la existencia de nuevas estrategias y motivos de promoción. Quizá Cuerpo de isla sordomuda no escape, producción rizo al fin, a la desaparición de las librerías, a la presencia de nuevos poemarios, también valiosos, a la propia promoción; pero no dejará de provocar comentarios críticos, de suscitar análisis, porque, desde un discurso muy a tono con su tiempo, garantiza la intemporalidad.

La posible multiplicidad de lecturas no es aquí suspicacia autoral ni signo justificativo, y no sólo salvan estos versos por la oportuna disposición espacio-tiempo, sino por esa unidad conceptual, visiblemente pensada y respetada en diez apartados, que supone al mismo tiempo una complejidad formal e ideotemática, advertida mejor en cada nueva lectura: diversidad de formas poéticas, diversidad en la magistral conjugación de lo clásico y lo moderno, diversidad en el tratamiento a un destinatario disímil, diversidad en la búsqueda del equilibrio…

¿Temas? La isla, claro, pero en su representación vívida, con la alusión a eso que constituye peculiaridad y al mismo tiempo regularidad respecto a otras, que casi inconscientemente, ignoramos. ¿Complejidades del hombre? También, aquellas condicionadas por su medio, unas universales, que, al término, inexplicablemente, son variantes de las mismas. Es muy difícil adentrarse en estas páginas y no hallar la identificación de quien mira a su alrededor y reconoce lo amado, lo defendible, lo perfectible, sin ignorar tampoco, lo que inevitablemente es o no, por muchas razones, permisible.

Vale destacar en Diusmel y este libro, el valor de los contextos, no los externos, no aquellos que delimitan o limitan períodos, sino esos que el propio libro, en su conjunto, le otorga a cada texto, eso sí lo redime, lo  licencia. Por otra parte, el apoyo en diversas formas poéticas, más o menos convencionales, esa intención de no relegar las composiciones todavía valiosas, y aún así, emplear también las nuevas, esa habilidad de tomar de aquí y de allá para conformar un discurso, ayer suyo, hoy también nuestro, es la energía que palpita en el cuerpo de la isla. Si me preguntaran cuál prefiero de todos los moldes empleados, calificaría de sabia la decisión de seguir reanimando la décima, por la métrica atrevida y a su vez responsable, por acomodar en ella, indistintamente, ideas, emociones, audacias estructurales… ello, entre otras cosas, nos permite encontrar la completa comunión contenido – .forma, que tantas veces profesamos, y no siempre logramos.

La que hoy hacemos, entonces, no es una invitación cualquiera, es una provocación para que se encuentre en estas páginas, a sabiendas de lo que puede hallar, en una poesía nueva pero penetrable; coqueta, pero muy seria; veraz, pero mágica. Será un buen recorrido, en compañía de la Tornasolada garza presentida, hasta hallar un Cuerpo de isla sordomuda, que nos permita ver, más allá del verso.

One thought on “El poeta y el hombre: dos acercamientos a un Cuerpo de isla sordomuda.”
  1. Sobrarán pretextos para hablar de poesía, y no será esta la única oportunidad en que lo hagamos juntos; pero por ser la primera en la que compartimos públicamente la pasión por estos versos, es especial. Gracias.

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