El antiguo alcalde, una adúltera empedernida, otra casquivana sin remedio y el portero de la TRD cercana son los “cinéfilos” habituales de cierta sala de proyección, cuya historia merece contarse.
De no ser por los imperativos del ahorro energético y el poco atractivo de las películas que vienen de provincia, esta sala oscura no hubiese cambiado su “encargo social”, tan imprescindible para ampliar la cultura general de los pobladores.
Pero nuestro cine tuvo quince, como se dice en Cuba. Filmes tan imprescindibles para la industria nacional, pasaron por su pantalla, entre ellos la película “El Benny” y la muy popular “Los pájaros tirándole a la escopeta”, una de las comedias antológicas de la Isla.
Los niños desfilaban para ver “El Ninja implacable reta al súper Kung-Fu”, “Sandokan al rescate”, “Karate Kid”, “Frankestein” e incluso “La vida sigue igual”propuestas que o bien propiciaron un constante lagrimeo, el sobresaltoo el bullicio desde las butacas.
Muchos, de pequeñitos, se lamentaron por no poder entrar a ver “Han violado una mujer” o “Resplandor”, con escenas no aptas para menores. Siempre estuvo bien claro la prohibición de entrar chiquillos y en las carteleras se especificaban las clasificaciones:
“Para mayores de 14 años; para mayores de 16 años o Para todas las edades”
Incluso, actores como Reinaldo Miravalles, Leonel Valdés, Isabel Santos, Jorge Perrugoría o Luis Alberto García visitaron alguna que otra salita de provincia, como parte de la premiere de algún largometraje o un festival de ocasión.
En cualquier pueblito el séptimo arte tuvo su forma de expansión: un camión ruso con tecnología de la misma nacionalidad, recorría las comunidades rurales y bateyes intrincados. Allí se proyectaba en una pared de color blanco al aire libre y completamente gratis. A esto le llamaban “cine móvil.”
Pero la tecnología exsoviética en formato de 35 milímetros consumía muchos kilowatts en cada jornada y, con el decursar del tiempo, a propósito del ahorro de energía, se decidió que solo se utilizaran a lo sumo dos veces por semana. Mientras tanto se alterna con películas en DVD.
Esta pudiera ser la historia de cualquier cine municipal. Usted se sentirá identificado o no con nuestras letras y echará de menos los tickets de entradas, el sonido del proyector, los estrenos, éxitos de taquilla o el pasa-pasa de las personas por entre los pasillos.
Lamentablemente, muchas salas de proyección en Cuba han pasado a ser escenarios de reuniones, asambleas, fiestas de cumpleaños, pasarelas de moda y diversas actividades. Otras han sido clausuradas para abrirle paso a la iniciativa privada y cuentapropista.
No obstante ¿Se ha preguntado usted qué van a hacer en el cine la casquivana, el portero y el ex alcalde de nuestra historia?