Hoy brindo por ti con un vaso de leche con mermelada, como aquellos que me preparabas de tentempié en las tardes vertientinas.

Brindo por tus arroces con pollo y tu puntico de sal, por aquella nalgada antológica que me diste cuando vine tarde del río con mi “primita”, por los “orina pa que te acuestes” y por tus décimas a deshora.

Brindo por tus puñetazos en el sillón cuando perdían las novenas de Camagüey o Villa Clara, por tu cariño, por tu puntualidad para las pastillas y la siesta, por la plancha de carbón, el farol chino, los caimitos y el pozo de brocal.

Brindo por los episodios de Leonardo Moncada, por “Alegrías de sobremesa” y las espinelas de Chanito Isidrón que tanto bien te hicieron, por los recortes del Diario de la Marina con que aprendiste a leer y por los primeros dos pesos que te ganaste lavando y planchando ropa.

Brindo por el fruto bendito de tu vientre: Waldo, Nelson, Bebo y mi Madre del alma. Brindo por las veces que me perdonaste, las muchas que intercediste y las tantas que me besaste. Brindo por ti que estás en el cielo.

Hoy en tu cumpleaños me prometí que no iba a recordarte con tristeza. Estoy segurísimo coño que, como Cachita, también tú velas por los de aquí “abajo”. A ti mi abuela querida, desde lo más hondo de mi corazón, a ti también te digo “ruega por nosotros”.

11 thoughts on “Dios te salve, Caruca”
  1. Una mujer bella y dulce, como suelen ser las abuelas. La mía por parte de madre tiene de Santa y de Bárbara. Y es igual de bendita como Caruca. Ambas parecen cortadas con la misma tijera. Tal parece que su misión en la tierra fue nacer para que nunca nos falte la ternura del mundo. Gracias, Luis, por esta plegaria nuestra.

  2. Cono mi primo me sacaste las lágrimas. Aunque a nadie mas le comenté yo también recordé ayer a Caruca que aunque no fue mi abuela de sangre si mi madre la queria mucho y siempre me habla bien de ella. Hoy es el cumple de tú tía, mi madre, que bien los cumpla y muchos mas con salud.

  3. Me hiciste llorar a mi también.
    Lamenté no conocerla. Extrañé a las mías (Una de ellas me cuida desde arriba) y te extrañé a ti.
    Sirvan estas líneas como acuse de recibo de las otras que aún hoy me tienen sin palabras.

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