Uno de los fenómenos perceptibles en nuestro entorno universitario es la diversidad oral, los cambios expresivos o la diferencia de códigos entre personas que estudian, comparten y/o conviven en diversos escenarios estudiantiles.

Todo comienza por un proceso de metamorfosis –llámese adaptación, para no pecar de kafkiano- que debe asumir el primeañero incorporado a un nuevo mundo, donde los maestros son los “profes”, al albergue le llaman “cuarto”, el grupo “brigada” , los monitores “alumnos ayudantes” y así sucesivamente, un sinnúmero de examples, digo ejemplos.

C-o-n-c-e-p-t-u-a-l-i-z-a-n-d-o un poco, podemos decir que en ese proceso comunicativo donde alguien a través de algo le dice algo a alguien ¡ uf !, intervienen muchos factores y uno de ellos –el tema que nos ocupa- es el código, que no es más que un sistema de signos y reglas para expresar un mensaje.

“El código es un sistema de convención establecida por los hombres para establecer comunicación. Es abstracto y arbitrario, arbitrario porque no existe relación entre la designación y el objeto. Guarda relación con la situación comunicativa, el contexto, el idioma y la región. Puede ser lingüístico y no lingüístico, y por supuesto estar sujeto a cambios.” (Lic. Irina Bidot, profesora de Gramática Española del Departamento de Letras)

Existen tres conceptos conocidos de código: el semiótico plantea que es un conjunto de reglas para ordenar signos en función de un patrón de lectura; el críptico (cifrado) designa el código para otorgar múltiples significados a un grupo de signos y, finalmente, el concepto corriente apela a circunscribir el código como una convención para interpretar sobre la base de un sistema de valores estéticos, lingüísticos, éticos, de vestuario…etc” (Dr. Rafael Fonseca Valido. Profesor del Departamento de Comunicación Social)

Sucede entonces que esa diferencia de códigos se manifiesta por el hecho de no ser común entre los participantes y por tanto imposibilita la eficacia de la comunicación. Quién no conoce que ahora los anuncios son spots, al adulterio le llaman “relaciones extramatrimoniales”, los homosexuales “gays”, los repartos de cine “castings”, el video “vídeo” o el ambiente “entorno”. “Boom” cuando hay auge, “look” en vez de la presencia o “cidís” por discos.

Quién no ha escuchado pedanterías o rebuscamientos como este: “el sol estiró el adormecimiento nocturno de sus músculos y aulló las alegrías de sus nacientes claridades”, refiriéndose al poeta que anhelaba anunciar la llegada del día, o el joven que le cayeron unas gotas de naranja en los ojos y exclamó: “me ha impactado la retina una descarga cítrica”, o el picuísmo capitalino de llamar al agua de azúcar “néctar de caña”. Y qué decir del caso –ya citado- de tres individuos que dicen un refrán conocido: “A caballo regalao no se le mira el colmillo”, “A penco endiñao no se le facha la muela” o “A corcel otorgado dadivosamente no se le practica examen odontológico”. ¿ Cuál de estos utiliza usted ? ¿ No cree que a veces el mensaje se hace oscuro y difícil cuando hay innovaciones que, lejos de ayudar, entorpecen la comprensión ?

¡ AH ¡, LA UNIVERSIDAD DE ORIENTE.

Así que no se sorprenda si le piden una cacharra o le compran un guineo un fongo o una ajiaca o te invitan a tomar un batido de ¿ zapote ? porque estás fachao no se ruborice si le ofrecen una papaya o lo invitan al reenganche a subir o bajar cuando en realidad es IR arriba o abajo a un pacané un ditú o un rumbito a gastar la plata no te asustes mi amigo si en esa jerga estudiantil escuchas que alguien lo colgaron lo poncharon o lo cogieron asando maíz porque el tosta´o del profe lo que disparó fue un chícharo en el examen si por una ventana te gritan ¡ matao ! y tu propósito es simplemente llegar temprano al aula y cumplir con el deber, aunque sea bajo la lluvia, o cerrar la pila digo la pluma digo la llave que algún imbécil dejo abierta claro ríete a carcajadas si ves levantar una mano y decir luego: “maestro, para responder la tarea” o si te piden “la letra” o quieren que le hagas la pala o si ¿ te quedas este “fin”? o “luego nos cogemos”. Búrlese eso sí de los que llevan “4 puertas” por short o “traya” en vez de cadena o lima y bacteria en lugar de camisa y exigen nai o ribuk y te piden candela pa´ encender una bala que le costó un baro en el cuarto de un socito ahí ¡ qué carero es mi compay ! tenga cuidado con los manfa que ´tan tapiñaos y los maqueros y las vikingas que están cogías con alguna ETS y que son rapidísimas también cuídate de las tías chismosas que se meten en tu vida privada hágase una guacha-munga-miroldo-bunga o néctar de caña (¡qué fino!) y bébala despacio en compañía de sí mismo, de una yunta o de una buena prángana-estrellón-camprán -cuerúa o panocha y quémate pal´ seminario de mañana que van a preguntar sobre los códigos ¿qué es eso nagüe?

One thought on “Dime cómo hablas”
  1. Hasta yo que soy de una provincia del Oriente (no de Santiago), me encontré con un montón de códigos diferentes e indescifrables en mis primeros meses en la UO. Gracias por permitirnos recordar a través de tus líneas.

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