Escrito por Mónica Mateos-Vega,  Periódico La Jornada, Jueves 20 de mayo de 2010

Si la poesía no vende, eso no me interesa. Es una necesidad humana porque, entre todas las artes, es la que más nos ayuda a conservar nuestra condición humana. Mantener la poesía es la garantía de seguir siendo seres humanos, afirma el cubano Waldo Leyva, recién galardonado con el décimo Premio Casa de América de Poesía Americana por su libro El rumbo de los días.

Un jurado integrado por Jorge Boccanera (Argentina); Julia Escobar, Luis García Montero, Jesús García Sánchez, Andrés Pérez Perruca y Benjamín Prado (España); Juan Manuel Roca (Colombia), y Anna María Rodríguez-Arias (secretaria), elogió la emotividad profunda de sus poemas, la variedad de registros, su intenso lirismo y el dominio de la métrica clásica que contrasta con su modernidad expresiva en la obra del nuevo agregado cultural de la embajada de Cuba en México.

En entrevista con La Jornada, el poeta reiteró que cuando se hace literatura no se puede pensar en el mercado; lamentablemente muchos grandes escritores se han perdido porque éste les ha impuesto sus reglas.

Por privilegiar el diálogo cultural

Respecto de su llegada a la lírica, Leyva narró que proviene “de una familia campesina, no de intelectuales, pero amantes de la poesía popular. Mi madre cantaba, mi abuelo también, por eso de niño empecé a gustar de la palabra, de la combinación de versos, hacía coplas, redondillas, décimas, era algo natural.

“Pero cuando llegué a la escuela me dijeron que estaba bien, pero que si quería asumir la poesía como responsabilidad debía trabajar, estudiar, tratar de no repetir lo que otros ya habían hecho. Entonces lo asumí con seriedad.

He trabajado otras cosas, narrativa, ensayo, teatro, pero la poesía es mi vocación. Otros trabajos me dan de comer, pero la que me da para vivir es la poesía.

Fue en los años 60 del siglo pasado cuando Waldo Leyva empezó, en serio, a escribir poemas, nada que ver con aquel que hizo por primera vez a los nueve años para ayudar a un amigo a conquistar una novia.

Fue Eraclio Zepeda quien lo acompañó en sus primeros pasos de poeta comprometido: pero todo lo que escribí en esa época no lo publiqué, porque eran trabajos de aprendizaje, fue hasta muchos años después, en los 60, cuando ya perdí la vergüenza y mandé un libro a un concurso, gané, se publicó y me la seguí.

Leyva, quien se encarga a partir de hace unos días del intercambio cultural entre Cuba y México en la embajada de su país aquí, reconoce que cuando ha habido momentos de tensión entre las dos naciones en el plano político, el diálogo cultural se ha mantenido, e incluso ha permitido distender los problemas. Nos hemos comunicado a través de la cultura, que siempre es un espacio más noble que la política.

El premio Casa de América le será entregado al poeta en noviembre próximo.

One thought on “Definitivamente Waldo (II)”

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