Escrito por el Lic. Ruben Delgado Fernández, historiador de Vertientes
Esto no es un trabajo de investigación, ni cosa que se le parezca, es sólo el intento de rescatar de la memoria de las personas más viejas cosas intrascendentes de quién en Vertientes fue un hombre que pudo pasar inadvertido, como un negro más del barrio Juan del Risco, Piñerúa o Roldán, son testimonios de aquellos hechos que con el tiempo desaparecen, nadie lo recuerda, máxime si la fama de su forma inusitada se apodera de su verdadera personalidad, entonces, nuestras ideas suelen ser totalmente irreales.
Lo que aquí cuento son cosas que no están escritas en revistas ni en libros, las busqué en la memoria o en la imaginación de quienes fueron sus amigos, compañeros o familiares; son realidades o quizás leyendas que de él cuenta el pueblo. Hablaré de la personalidad de la cultura más importante que haya tenido vínculo directo con Vertientes. Al abordar a esta personalidad lo hago tratando de huir de la manera en que usualmente son abordados los grandes hombres y que ocaciones nos parecen hombres del más allá; en especial para los que no tuvimos la oportunidad de conocerlo de forma personal y quién para los vertientinos significa tanto sin que nos lo hayamos propuesto.
Pero cuento como me lo dijo Cheo Casanova, su tía Juana, sus amigos y compañeros con los que conversé sentado en el Paseo o en el parque de Vertientes, o en cualquier otro lugar.
¡Pero bueno! ¿De quién estoy hablando? Me refiero a Maximiliano Bartolomé Moré.
¿Qué cuando viene Bartolo a Vertientes? Eso fue allá por el año de 1936, la situación económica en Cuba era mala y parte de su familia vivía ya aquí, me dijo Cheo, que la situación en Lajas era de ¡anja! Por lo que su hermano Teodoro decide ir para Camagüey y Bartolo fue con él. ¿A cantar? No, a cortar caña en la colonia Guano Alto, allí lo cogió una fiebre palúdica, que por aquel entonces estaba a la aleta de la montura, el médico Ronquillo que lo atendió le recomendó buscar un puesto nuevo de trabajo, ¡dime tú, a esa ahora un puesto de trabajo!, Bartolo que así le decían vino para el pueblo y es cuando en ocasiones carretillea en el piso de azúcar del central, cuando faltaba algún compañero o alguien le daba un chance, vaya chico era lo que por aquel entonces se le llamaba “caballo”. Nunca Bartolo fue trabajador fijo del central.
¿Tú sabes lo que si fue Bartolo en Vertientes?
Limpiabotas, aunque en algunas ocasiones hizo sus trabajitos de guataquea de caña en La Fela o en cualquier otra colonia.
Cheo me dijo; que en el 1938 ó 1939, por ahí más o menos la cosas estaba de chupa y déjame el cabo, que él y Bartolo se echaron los Cutucú a cuesta y llegaron pidiendo trabajo hasta la colonia San Diego, el mayoral, que no era mala gente, les dio guataquea de caña y él y Bartolo pudieron hacer dos surcos, no habían ganado ni para el almuerzo, me contó que el mayoral les había anticipado $ 1.00 a cada uno, no en dinero, en vale para la tienda; al finalizar el día sólo habían ganado 0.80 centavos entre los dos. Me refirió, que llegó al barracón para amarrar la hamaca y se encontró a Bartolo recogiendo sus chiles el que le dijo: Mira viejo… recoge y vamos… que esto está que la mona no carga al hijo y lo del anticipo, olvídalo, éstos tienen más que nosotros que sólo tenemos hambre, enderezamos por la línea y a las tres de la mañana estaban entrando al barrio.
Como tú ves en aquellos años duros en los que Bartolo vivió en Vertientes, fue representante de las serias dificultades por las que atravesaron gran parte del pueblo, que no tenía otra oportunidad que hacer trabajos de cuando en vez en tareas agrícolas muy duras y peor pagadas.
Mira, otra cosa que fue Bartolo allá y que poco se conoce; Bartolo fue pelotero, me lo dijo Itico, me contó que allá por 1937 se formó un equipo de pelota y Bartolo era la tercera base, sobre la situación económica de Bartolo no te voy a hablar; el equipo concertó juego en Florida; comenzó el juego y, le toca batear a Bartolo, al primer lanzamiento le tira y se cayó Bartolo, al próximo envío le hace swing y se cayó Bartolo; esto no escapó a la gente del graderío que empezó a gritarle, ¡Agua de tusa!¡Agua de tusa! delen agua de tusa. Dice que Bartolo con mucha gracia se quitó el gorro que se había fabricado con la copa de un sombrero de paño y virándose para el público, saludó inclinándose varias veces, como el atleta estelar que acababa de hacer una hazaña deportiva de altos kilates.
Así era Bartolo, un hombre jovial, jaranero, al que los malos momentos nunca le parecieron tantos, por eso los copiaba, con una mezcla de preocupación y alegría.
Recordemos sus dotes de poeta, es algo que nadie discute, tengamos en cuenta el sentido de sus composiciones, sus boleros, guarachas, sones, son pruebas elocuentes de lo que antes dije, sus grandes posibilidades para improvisación tan coherentes y ajustadas al tema que trataba, sus movimientos corporales lograban una comunicación perfecta entre la música y él, se desdoblaba del magnífico cantante al diestro bailarín, al gran director de orquesta, son cosas reservadas sólo para los grandes en todo el sentido de la palabra.
¿Qué fue Bartolo en Vertientes?
Limpiabotas ese era su oficio y dicen los que le conocieron que allí a orillas de su cajón que estaba en el portal de la tienda la Casa Fuerte, no faltaba el trago de ron ni su guitarra y en los ratos libres, que no eran pocos, se ponía a cantar con sus amigos, allí mantuvo magníficas relaciones con el pueblo y con los niños por los que sentía especial predilección.
Esta anécdota me la hizo Wilfredo Borges. Bartolo compartía con los niños sus galletas o cualquier otra chucheria que compraban para sus meriendas o simplemente para calmar el hambre; los niños solían venir al cajón de Bartolo ponerle al alcance de la boca un keque y éste con un estrepitoso ¡anja! le daba un mordisco y los niños se reían con las cosas de Bartolo. Itico me contó que él en cierta ocasión se puso a vender platanitos a 3 por centavos, porque la cosa estaba en candela y se encontró con Bartolo que venía acompañado por otro muchacho del barrio, el que le compró un centavo de platanitos y le dió uno a Bartolo, el que serio y bonachón le dijo: – caramba Itico, dame otro para emparejar. Bartolo era tan espontáneo y ocurrente que cosas intrascendentes perduran aún en la memoria de los que fueron sus amigos.
Juana, su tía, por ejemplo me contó, que en una oportunidad fue con Bartolo a Manzanillo y Bartolo quiso tomar sopa, buscó sopa por todos los lados, no quedó fonda de chino que Bartolo no registrara, no encontró sopa; subió al ómnibus, cuando éste hechó a andar, sacó la cabeza por la ventanilla y gritó. ¡Adiós Manzanillo pueblo sin sopa! Todos se quedaron mirando para Bartolo y se pusieron a reír, así eran las cosas de Bartolo.
Tú no sabes cómo llega Bartolo a músico, eso fue en los primeros años en que llega a Vertientes, un grupo de jóvenes fundaron el primer grupo musical del que yo tengo conocimiento, ese grupo que se llamó “Avance Juvenil” y Bartolo era su cantante, pero no creas, de ahí a ser Benny Moré falta un gran trecho. Después integró con Cheo Casanova y Enrique Benítez un trío, con el que amenizaban fiestas, serenatas y cantaban en bares donde los conocidos y amigos les pagaban el trago de ron, de aguardiente que era lo que le gustaba a Bartolo.
Así transcurría el tiempo para aquel joven con tantas posibilidades pero sin perspectivas, pues dime tú, que le podría ofrecer Vertientes; enclave azucarero de la Vertientes Sugar Company, aunque te voy a decir a mi me parece que Bartolo quiso a Vertientes tanto como a su Santa Isabel de las Lajas.
En 1941 ó 1942, Cheo no me lo pudo precisar, dice que Bartolo le dijo: Préstame
la guitarra, voy para Camagüey; allá cantó de bar en bar, hasta que al segundo día en uno lo contrataron, pagándole a medio la canción, al tercer día Bartolo regresó a Vertientes, había reunido $ 1.50.
Cheo, me voy, para La Habana, le dijo; – Quiero probar suerte, quiero cantar, yo sé que la cosa está dura pero a lo mejor tengo suerte, Casanova trató de persuadirlo, ¿a donde vas a ir Bartolo con $ 1.50? Era algo más fuerte que él mismo, cantar se había convertido en una obsesión y aunque los demás no estuvieran convencidos de su triunfo, Bartolo sabía que con entereza y un poco de suerte podía llegar tan lejos como llego; es así que ni corto ni perezoso fue a ver a Alfredo el jamaiquino, con el que tenía gran amistad.
Mira papá necesito que me preste un traje, es muy posible que te devuelva uno nuevo. Dicen que así quedó todo listo para Bartolo, que recorrió a pié los 32 kilómetros que separan a Vertientes de Camagüey, que salió para La Habana donde enfrentó no pocas vicisitudes; cantó en bares cercanos al puerto, hasta que alguien con conocimiento lo escuchó. Era el golpe de suerte que lo catapultaría a integrar el Conjunto Matamoros y con él va a México, te cuento esto que ya no ocurrió en Vertientes para explicarte cuándo y por qué Maximiliano Bartolomé Moré se convirtió de golpe y porrazo en “Benny Moré el Bárbaro del Ritmo”.
Cuando concluye el contrato en México del grupo Matamoros, Bartolo se quedó cantando con la Orquesta de Dámaso Pérez Prado y un músico de origen
mexicano le dijo: cuate aquí en México, Bartolo es nombre para burros, entonces Bartolo le dijo… de ahora en lo adelante yo me llamo Benny, el Benny Moré. Dicen que así nació el nombre de quien a partir de entonces y hasta nuestros días es Benny Moré “El Barbaro del Ritmo”, el que un día desapareció físicamente, pero su voz, sus boleros, guarachas y sones mantienen la vigencia del primer día en que fueron cantados. Después y haber tocado la cima de la fama, el Benny encontraba tiempo para ir al pueblo donde fue cortado de caña, caballo o limpiabotas en la esquina de la tienda Casa Fuerte; reunirse con sus amigos y botella de aguardiente en mano, salir para cualquiera de los barrios donde vivía la gente más pobre a las que él llamaba “Mi gente”.
Así era que el grande de todos los tiempos; de Vertientes, de Lajas, de Cuba y del mundo entero. Bueno, ahora los dejo, sólo quería que ustedes conocieran algunas de las cosas que he podido investigar sobre ese hombre que a los vertientinos nos parece familiar y porque no manifestarlo, sentimos orgullo al decir, ese grande de la música cubana, Maximiliano Bartolomé Moré, vivió aquí, de aquí partió para convertirse en el Benny Moré “El Bárbaro del Ritmo”.
Yo soy de Vetientes, mi papa tenia una tienda o bodega, como dicen en La Habana, frente al estadio de pelota, alli iba el Beny con su guitarra a cantar y a tomar ron y mi mama siempre decia ‘mira Bartolo, con lo lindo que canta, tomando tanto”. Tiempo despues a mi mama le dijeron que puisiera el canal de TV de Camaguey que Bartolo iba a cantar con su orquesta, mi mama lo puso y luego le dijo a esa persona, “Bartolo no canto”, claro, poeque para entonces ya era Beny More y mi mama no lo reconocio..pues si, Beny More iba a la tienda de mi papa con su guitara a cantar y a tomar ron..Viva El Beny!!!