Antes de suegra, Rosa Romualda Valero Ramírez fue mi profesora de Química en la Facultad Obrero Campesina “Antonio Maceo” de Vertientes, Camagüey donde hice los estudios de nivelación para hacerme bachiller en Ciencias y Letras.
“Altiva y de una hispánica quietud”, coِmo diría Borges, la Rosa no entraba en fraudes ni relajos en el aula y solo se concentraba en lecciones de nomenclatura, tabla periódica, reacciones y estructura atómica, propias del curso lectivo.
Veinte años después, cuando su hija le comentó que recién comenzaba una relación conmigo, con Luis Enrique “el periodista del batey”, la profe recordó al alumno inquieto, malísimo en su asignatura e hilvanó historias y anécdotas de aquellos días con referencias mucho más recientes.
Se le vio sorprendida, un tanto escéptica, recta como en el salón de clases y solo atinó a decir: “él tiene muy buena letra”.