Escrito por María Antonieta Colunga Olivera
Foto: Yusmani González (corresponsal voluntario Vertientes TV)
Al pueblo de Vertientes lo zurca, entre las calles Línea y A, una idea de progreso. Siguiendo la seña del refinamiento francés y sus rimbombantes nombres, en esta intersección se tejió hace años un boulevard o paseo, vía distintiva cuya intención más notable era lograr un cambio de ambiente para aplacarle al sur del arroz y el azúcar los recurrentes espectáculos de incultura pública.
Costó mucho dinero y esfuerzo poner rostro nuevo a la arteria e insuflarle alma también a la armazón construida; pero tanto más va costando cambiar la mentalidad y modos de actuación de cierta gente, que aún no agradece el regalo con un mínimo de respeto.
La prueba más reciente y dolorosa es el descalabro final de la estatua del machetero, ubicada a media ruta como símbolo de las tradiciones cañeras del municipio. Un hombre de pueblo, con la carga de sus siegas y sus soles, de porrón, filo y sombrero, amasado en material que arrancó a los bolsillos de la Empresa Municipal de Comunales unos 20 mil pesos de nuestra moneda.
El bandalismo más indiscriminado habíale arrancado ya a este campesino singular su mocha y hasta un fragmento de nariz, pero el pobre viejo se empeñaba en seguirle respirando costumbres y cosechando historias a Vertientes y con los retoques de sus hacedores volvía a la carga peatonal luego de cada afrenta.
Ahora resulta que lo han arrancado de cuajo. Uno de los buenos vecinos llamó a los de Comunales para dar la triste noticia del “deceso” y allá en el piso lo encontraron, de bruces, con los pies deshechos.
Enseguida la leyenda urbana comenzó a buscar los culpables más etéreos: que si físicamente la estatua no se sostenía, que si el material era malo y por eso se rompió, que si el viento o el calor que degrada… Pero aquel de la denuncia vio y supo. Fueron manos indolentes y necias las que le hicieron caer.
En espera de un nuevo y más complejo implante yace hoy el machetero vertientino; pero ¿quién podrá transplantar cerebros y sensibilidades a sus coterráneos para que el regreso de esta vez sea el definitivo?
Ojalá el pueblo asuma como patrimonio gentilicio las céntricas peripecias de este “caminante”, y las cuide, para que su pose andariega quede en muchas más fotos de familia. Esperemos no tener que llegar al burdo extremo de montarle guardia como a las habaneras gafas de Lennon.
Luisen, gracias por la promo mi socito!!!! Te ailoviuuuuuu
Somos dos Tunie, o más de dos… este vertientino orgulloso es especial… besos para el grandote