Escrito por Oreidis Pimentel Pérez/Foto: Revista Carteles
Por ferrocarril regresaron los peloteros del Central Vertientes en 1945 y encontraron mucho alboroto en la estación. Los reporteros hacían uso de sus agendas. Desde la capital provincial tuvieron que hacer otro viaje allende las cañas del medio-sur de Camagüey.
En La Habana impresionaron a todos y más rápido que la locomotora se supo en la antigua provincia y en el central de sus proezas beisboleras contra lo mejor de la Liga Amateur de Cuba, por eso a su llegada al coloso de dos chimeneas el recibimiento fue multitudinario, solo comparable con el título de Campeones Interprovinciales en 1944.
Desde principios de año ‘45 el Vertientes consiguió aumentar sus fuerzas con nuevos jugadores como Pedro Montes, Delio Martínez, Lino Fernández, Wilo Valdés, Panchito Hernández y Antonio “Dinamita” Rivero, antiguo lanzador del Deportivo Avileño, todos al mando del director-primera base Bernardo Cuervo, un moronense que fue a las Series Mundiales Amateur como inicialista titular del equipo Cuba.
Todos ellos realizaron giras por Oriente, contra los “rifleros” del Contramaestre, poderoso conjunto donde jugaban los hermanos Vargas y el equipo Cuban Mining, del poblado El Cristo.
Sin embargo, el viaje más importante fue el de febrero de 1945 a La Habana, donde los supuestos “campesinos” demostraron que se jugaba tan buena pelota o mejor en las provincias, salvo que en los centrales a los dueños no les importaba el color de la piel como en los privativos clubes capitalinos.
La sede fue el Estadio Caribe, en lo que hoy es G y Malecón y que continúa como terreno universitario, y aunque un equipo se llamaba Universidad en la Liga Amateur, que nadie piense que se trataban de estudiantes, sino de expertos jugadores de talla internacional.
Era uno de las más prestigiosas novenas del país y ante la presencia de los principales cronistas deportivos los vertientinos los vencieron 5-3 en diez entradas. Eso ocurrió el día 17 de febrero con el monto de las ganancias como beneficio para la Casa de Socorro de Vertientes, a iniciativa del Club Leones.
En el otro partido Vertientes le cayó a palos al Fortuna, o los “Góticos” como también se les decía, y en la semana también ganaron dos-uno la serie contra el San Antonio de los Baños. ¿Y quién dio más toletazos? Mario Pérez, el padre de los Cuesta, al que le apodaron “El Terrible”, con tres jonrones y ocho indiscutibles en 12 turnos al bate.
Y hubo más: ¡Un espectacular duelo de tiradores que terminó con empate 2-2 en catorce entradas! Sus protagonistas fueron nada más y nada menos que Julio “Jiquí” Moreno, entonces el más veloz de los pitchers de Cuba y un guajiro llamado Generoso “Curricán” Stable, que propinó en la jornada 14 ponches. Pocos sabían que venía precedido de 35 victorias frente a 6 derrotas en la Liga Interprovincial (con equipos de Matanzas, Las villas y Camagüey) y que entre 1939 y 1940 había jugado como profesional con Cienfuegos.
La prensa habanera colmó de elogios al Vertientes, los tituló “Campeones de la Liga Guajira” y en la ciudad de los tinajones los cintillos pidieron a toda página “Loor a los campeones” porque fue el día que Vertientes puso en alto al béisbol de Camagüey.