Por Eric Caraballoso Díaz, “enviado especial”
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Tiene nombre de ciudad suiza y la ternura del tamaño de Australia. O mejor, de Eurasia. No hace falta mucho, apenas mirarla a los ojos o intercambiar con ella una o dos palabras, para saber de su amabilidad, de su sencillez, de la limpieza de su alma.
Cuando la conocí vivía Vertientes adentro, en una casita que cuidaba como un palacio. Ahora que vive en el down town, en pleno Vedado vertientino, me sigue cautivando con su modestia. Y es que, a fin de cuentas, ella sigue siendo la misma, solo que ahora algunos lugares del pueblo le quedan más cerca.
Es una abuela justificadamente orgullosa, gracias a Isnelito y, por supuesto, a Isnel, y una madre inevitablemente dulce y preocupada. Lo de preocupada, con Luis Enrique como hijo mayor, se sobrentiende –ese muchachón grande y malcriado–, pero aun así ella no deja de arroparlo, ni de hacerle sus frijolitos, ni de recibir con una sonrisa a todas sus novias y a sus muchos y variopintos amigos entre los que, claro está, me enorgullezco de estar.
En el último cumpleaños de Kike, el pasado mes de enero, me enteré de su cercana visita a los Estados Unidos. Esa noche se movía con diligencia en la cocina, mientras los concurrentes vociferábamos cada jugada de dominó como si estuviéramos en un Campeonato Mundial. Vista desde la distancia, parecía feliz. Yo sé, sin embargo, que le dolía mucho la idea de dejar una temporada a su niñote home alone.
Ahora me entero de que este lunes Berna llega a 60 años, y los cumple alejada temporalmente de sus hijos y nieto, así que de seguro alguna lágrima debe saltarle hoy de los ojos. Sus hijos, del lado de acá, va y también echan su lagrimita. Eso en realidad sería lo justo, después de tanto llanto que ella debe haber derramado en tantos años.
Pero para que esto no parezca una telenovela mexicana, Berna, mejor sonría. Sonría por todas las cosas buenas que ahora mismo posee, su familia, sus hijos, por delante de todo. Sonría, para que también sonrían en ellos, y todos los que la quieren, y aunque lejos le canten con una gran sonrisa “qué los cumpla feliz”. Porque sí, Berna, cúmplalos feliz, porque se lo merece, qué caray. Y si puede, de paso, junto con Luis Enrique, Isnel y el resto de la familia, me pone en la lista del cumpleaños, que otro día, seguro, nos comemos el cake y nos tiramos las fotos.
Un abrazo y un beso.
estan muy bellas estas palabras dedicadas a una madre como berna que se lo merece un beso para esta madre que tiene que estar orgullosa de sus hijos y de su familia dios los bendiga
Gracias Arelys por llegarte a este diario personal, seguro que mi Madre merece este y otros textos, ella es especial y no porque sea mi Madre, hay cosas que uno quisiera decir y no puede, no encuentra las palabras, pero sin dudas esta pudiera ser una síntesis de esa Berna que algunos conocemos bien. Un abrazo.
Bello!!!!! Ya lo leyó tu mami???? Voy a esforzarme y hacer el de la fiesta, pa no quedar tan mal. Esta mujer dio un gran hijo 😉
Anjá, yo se lo mandé en el paquete de regalitos. Dale, dale, que estás atrasá!!