Septiembre se asoma y con él, un nuevo curso escolar, razón por la cual no puedo echar a un lado la nostalgia.

Mi experiencia de estudio más ¿cercana? concluyó hace unos pocos años, cuando era uno más entre la larga lista de becarios que, cuaderno en mano, comenzaban un período lectivo cargado de emociones y vivencias que se extendió durante cinco años.

Mis inicios, allá en la Universidad de Oriente, estuvieron matizados por un proceso de adaptación que ya cité en un anterior artículo donde “debí asumir como buen primeañero, incorporado a un nuevo mundo donde los maestros eran los ‘profes’, al albergue le llamaban ‘cuarto’ , el grupo  ‘brigada’ y los monitores ‘alumnos ayudantes’”.

En la Residencia Estudiantil conocí lo que es la convivencia con otros alumnos de las cinco provincias orientales. El cuarto era el escenario de estudio, de bronca con el control remoto, de cháchara y de choteo, de unión consensuada y comida rápida.

Junto a otros de mi generación fui deportista, aunque no precisamente de “alto rendimiento”, de vez en cuando me tocó investigar, donar sangre, cantar en la beca, cargar cubos de agua, hacer de cuartelero –que es como se le conoce al que le corresponde la limpieza- o cocinar a hurtadillas.

Cómo olvidar las camionetas, los coches y las motos, el llamado transporte alternativo de los estudiantes que se trasladaban a rincones de la llamada Capital del Caribe, a lugares memorables como el estadio de béisbol “Guillermón Moncada”, La Isabelica, el cine Rialto, el teatro Heredia, la Casa de la Trova, el Castillo San Pedro del Morro, en fin…

Además de Semiótica, Filosofía, Redacción y las taquicárdicas Gramática y Economía Política, aprendí otras lecciones: a vivir con la mesada de mi familia y el estipendio que otorgaba el Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) a todos los provenientes de la “Orden 18” –que acceden a la Universidad luego de pasar el Servicio Militar General-

Aprendí también a compartir el pan y las tarjetas prepagadas de teléfono, a ser muuuuuuuuuy paciente en las terminales, porque constaté que no van lejos los de alante…. si van en tren regular.

Por estos días yo estaría renovando mi matrícula, reencontrándome con los amigos del aula o abrazando a la novia que también perdí.

Por eso desempolvo algunos recuerdos de estudiante. Quizá hoy vuelva a cantar en la ducha “Quisiera” de Gerardo Alfonso u “Olvido”, de Miguel Matamoros, las mismas que tarareaba cuando era inminente mi despedida del Alma Mater.

“La distancia nos va a separar, la distancia nos va a separar porque tiene poderes definitivos……/// Aunque quiera olvidarte, ha de ser imposible, porque eternos recuerdos guardo siempre de ti…”

Nada, no me hagan mucho caso, son remembranzas que brotan en el noveno mes del año, justo cuando comienza, para muchos privilegiados, el nuevo curso escolar.

4 thoughts on “Aunque quiera olvidarte…”
  1. Esas remembranzas son compartidas con gran parte de los egresados de la UO, es lo que único que tenemos ahora para compartir luego de haber compartido tantas cosas… Es triste la distancia que en estos momentos nos separa de personas que queremos, es triste que ahora escaseen tanto las locuras de esos años; pero las prioridades son otras, y lo más importante son esos recuerdos, imborrables.
    Me gustó mucho el artículo, sobre todo porque lo que añoras y recuerdas con esa nitidez es como si compactara el tiempo; pero debes pensar también en lo que has hecho y aprendido a partir de ahí, lo que has evolucionado, incluso físicamente, jaja, ¡no lo digo yo, es que la foto no engaña! No es mala la nostalgia, pero no dejes que reste valor al presente, al futuro…

  2. Aunque quiera olvidarte… Nunca podré deshacerme de los recuerdos, remembranzas o como le llamen de aquellos días de septiembre, de colegial, del universitario que fui, de aquella casa inmensa llamada UO, sus peñas, descarga, escaleras, comedor, comida sufrida, del Santiago rebelde para con todo el que llega. Los más gratos recuerdo de mi vida de estudiantes están allí, donde nos hicimos periodistas.

    1. Gracias Eyder. La UO nos trajo infinitas alegrías y hay muchas más por contar. Demos gracias a Dios por permitirnos vivirlas en Santiago de #Cuba, esa ciudad donde fuimos tan felices. De verdad que se extraña.

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