
Mi abuela materna era experta en la cocina. Uno de sus platos exquisitos eran aquellos arroces con pollo que nadie en la familia ha podido superar.
Pero dice Mami que no solo era aquel alimento, que a Caruca todo le quedaba bien: el congris, la carne con papas, la harina de maíz con pollo y hasta el arroz blanco que muchos se comían “a pulso”.
Entre ellos estaban los tíos de “La Bana”. Cada vez que hacían escala en aquella casita de tejas de la Pérez Pérez, en Florida, Camagüey, casi que exigían la receta de cocina, preparada a fuego de carbón.
A Caruca le bastaba ir al patio con unos granos de maíz, coger una gallina criolla y retorcerle el pescuezo. Mientras venía el ritual del agua caliente y la desplumadera, los tíos echaban un partido de dominó con el abuelo Eliecer y algún que otro vecino. Mi hermano y yo mirábamos.
Cuando ya estaba todo listo y la familia se reunía a la mesa tío Nelson se ponía gentil con la espumadera, le servía a los demás o bien adoptaba una pose de quien sabe esperar: “¡sírvete muchacho!”, una invitación que encerraba toda la manipulación del mundo.
Sobrevenía entonces la “batalla por la raspa” que es la capa más de abajo del arroz, aunque como estábamos en familia todos los comensales alcanzaban en la repartición.
La verdad que era una fiesta y aunque yo siempre preferí los fricasé, los potajes y las carnes en salsa, siempre me apuntaba si cocinaba Caruca, fuese lo que fuese.
Todo esto lo recordé, en apenas un instante, cuando mi Madre, modestísima discípula, preparó hace unos días un rico arroz amarillo y me increpó amablemente: “El muslo más grande era para Isnelito, ¡te lo comiste!”
Sentí cierta culpa de niño bueno, por eso preferí viajar en el tiempo y verme detrás de una pollona en aquel patio grande de la abuela. Todavía, mientras escribo, sigo correteando.
Muy buen recuerdo, sencillo y emotivo, como son las cosas de la infancia que regresan en momentos especiales que nuestro corazón, me permito decir, elije. Un abrazo.
Gracias Jose y por estar pendiente a mi bitácora. De eso se trata, de remembranzas en Mi mayor. Un abrazo
releí nuevamente tu texto tan mágico y sonriente que me dejó bien de ánimo, como cada vez que encuentro cosas que halagan el alma, esta es una de ellas.
Con todas tus vivencias debes pensar en escribir un libro….BESOS
Pues sí, mi querida Yadia, ya casi me da para armar un cuaderno de experiencias. No tendrán la calidad o el impacto de otras lecturas, pero créeme que estas historias me nacen del corazón. Esta bitácora es una de las cosas que más me apasiona en la actualidad. Ojalá que se puedan publicar. Un abrazote.