Para Yanna, que todavía no sabe por qué le dediqué este texto

Tiene casi un siglo de vida y una chequera de doscientos pesos que no le alcanza para vivir. Testigos de la zona relatan que sus hijos murieron atropellados por una motoniveladora en pleno apogeo del “período especial”, cuando llevaban a casa un poco de arroz.

Se llama Amelia y todos los días que puede va en guagua o camión a los campos de Vertientes para llenar su alforja con el excedente que dejan las cosechadoras del complejo agroindustrial Ruta Invasora.

Va con una manta rústica, unos sacos de nylon, un pomo de agua y el humilde almuerzo que preparó en casa. El tolete que sujeta es para “machucar” las espigas, así me dice bajo un sol abrasador y entiendo que se refiere a trillar, algo común para los campesinos que, como ella, no tienen New Holland para la siega.

Pasa un Antonov ruso que riega herbicida por el campo, pasan los tractores de las unidades estatales, pasa el cereal ya procesado de los secaderos y la mujer sigue, con paciencia de orfebre, en su improvisado campamento mientras los mazos dejan caer unos tímidos granos.

“Si ustedes publican ese reportaje seguro no la dejarán entrar más”, me dice un guajiro de la zona, temeroso de que otros(as) como ella quieran hacer lo mismo. Pero a lo lejos la morena ni se inmuta, a pesar de los “malos ojos” y la amenaza de lluvia que enturbia su cosecha y la de la empresa.

Desde la cocina móvil de la unidad se ve la moderna cosechadora amarilla, la tractolva y el avión que hace otro giro sobre el sembrado. Más acá Amelia machucando y machucando.

Yo cierro el cuaderno, llamo a mi equipo de prensa y salimos en el jeep para Vertientes. Cuando llegue tendré que redactar un material por encargo sobre “autosuficiencia alimentaria”.

Pero a la Amelia que conocí y miré de frente, la descendiente de haitianos, la madre de 92 años que perdió a sus muchachos y que ahora puede estar trillando arroz en la zona costera, sospecho que no podré sacarla de mi mente.

3 thoughts on “Amelia”
  1. Es la segunda vez que la leo y la segunda vez que me saltan las lágrimas. Hubiera jurado que entonces te dejé un comentario, pero bueno, no me importa repetir la emoción. Ere un genio, Oliverio!!! Esta sigue siendo mi preferida para que ganes en Cienfuegos, pero igual voy a leer las otras dos. Besitosssss

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *