Para A

(i)

Se había embarcado en una telaraña de relaciones y no tenía el valor suficiente para cortar los hilos y ser lo que su propia persona quería ser si acaso lo sabía. ¿Pero es que acaso quiero verdaderamente desenchufarme también de este mundo como me desconecté del anterior?

(ii)

Había topado con ella en un chat room en donde el tópico era cybersex. Nada del otro mundo pues se trata tal vez de uno de los temas más discutidos por los internautas. Lo que hizo que le propusiera conversar en un private room fue que ella dijo: “Ver ante mis ojos la pantalla de mi ordenador IBM, grisucio, no es precisamente un afrodisíaco. Y no lo resisto aunque al otro lado alguien esté enviándome cualquiera de las historias de Delta de Venus, de Anais Nin y mi gaznate rebose de cubatas. Qué le voy a hacer, soy cibernéticamente frígida”

(iii)

Me pregunt’as entonces, que qu’e siento por vos si no te conozco y apenas si te imagino como sos. A veces, cuando estoy frente a mi pantalla deliro. Te veo, trato de imaginarte c’omo ser’a eso de ser parte de vos y querr’ia tenerte y acariciarte. Vos me dec’is que no, que ni me ilusione, que solo sos una palabra sin rostro. Y qu’e puedo hacer yo? Mi coraz’on siempre ha tenido sus puertas abiertas y por ah’i te colaste sin que ni vos ni yo lo supi’eramos.

(iv)

En otras ocasiones quisiera desaparecer del espacio; regresar al mundo de personas reales y entregar cierta ternura que se acumula en m’i y con la que no s’e que hacer. Existe en mi interior algo que se rebela a aceptar del todo esta situaci’on. No quiero ser tu “cyberlover” para toda la vida (si es que aquello fuera posible). Tal vez, m’as pronto de lo que te imaginas, me desconecte del todo. A pesar de lo dicho -o tal vez justamente por lo dicho- yo tambi’en te pienso (a veces m’as de lo que deber’ia permit’irmelo) Cyberkiss!

(v)

Muchacha de Barcelona. La imaginaba dorada, delgada, Ducado entre los labios con la ceniza siempre a punto de caer, despeinada, faldita desafiante y piernas largas e intrigantes como un verano de adolescente. Con vaso de vino tinto y voz ligeramente ronca. Zetas, palabrotas y escupitajos cuando le entraban ganas de parecer ruda. La amo porque es una causa perdida.

* fragmentos del libro de Raúl Vallejo Corral (Manta, Ecuador, 1959) publicado por Casa Editora Abril, Cuba, 1999.

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